Ante la creciente notoriedad del blog, unos amigos decidieron, hace un par de Sábados, desplazarse a Santa Coloma para compartir conmigo una noche de tapeo y crónica carnivora. No teniamos destino claro, quise ir a algún sitio clásico, uno que conociera todo el mundo y a ser posible con terraza..., acabamos llendo al bar en el que todos hemos acabado alguna vez, el San Carlos Park.
No recordaba a los dueños, hacia muchos años que no iba, pero de una cosa estaba seguro, no tenian esos ojos rasgados que si tenian los nuevos amos del San Carlos Park. Sí amigos, el San Carlos Park, es otro de esos bares clásicos que se han quedado restauradores chinos, esto nos lleva a una eterna pregunta: "¿son los chinos capaces de hacer tapas tan buenas como un hijo de andaluz o gallego?", pues amigo, aunque exista la teoria de que todos los chinos son iguales no lo son, y no solo fisicamente, hay chinos que hacen tapas de mierda y chinos que las hacen cojonudas, igual que un hijo de andaluz o gallego vamos... .
La terraza del San Carlos Park seguramente ya la conoceis, está al lado de la biblioteca y detrás de Can Sisteré, y es de tierra. Cuando nos fuimos a sentar en la terraza lo primero que vimos es que no
veiamos, vamos que está bastante oscura en algunos puntos, si a esto
añadimos que tiene alguna zona de suelo un tanto irregular formamos un
combo que puede ser un poco peligroso. Una vez escogimos sitio donde
sentarnos, empezamos la batalla que duraria toda la noche, la de los
bichitos voladores.
El ambiente de la terraza del San Carlos Park es muy variable, si vais una tarde posiblemente encontrareis a madres o padres tomando algo mientras los niños juegan o, los más arriesgados, estudian en la biblioteca pero un Sábado noche en el San Carlos Park se respira un ambiente pre-festivo, lleno de grupos de amigos cenando o tomando algo antes de irse de farra (aunque el calzado que va bien para la tierra de la terraza y el de entrar al Inedit son incompatibles).
Aunque los dueños hayan cambiado, lo que no ha cambiado es la carta, que sigue siendo una de esas horribles cartas con fotos amarillentas de los platos que nunca se parecen al plato que te traen (cosa que en muchos casos se agradece) y con los precios escritos en rotulador, alguno de ellos (como el de las bravas), semiborrados o ilegibles.
El servicio, como en practicamente todo los establecimientos regentados por chinos, es bastante rápido. La camarera daba la impresión que no acababa de controlar mucho el idioma, pero apunto el pedido correctamente y los platos fueron viniendo con bastante celeridad. Pedimos Bravas, pinchos, bombas, croquetas, calamares y pulpito, o sea todo lo que viene siendo un maraton de tapeo.
En el tema baños, mal. El de hombres sin tapa en el inodoro y bastante encharcado, el de mujeres, según me contaron, algo mejor (no mucho más) pero sin papel, vamos que si vais por la tarde igual es mejor usar los baños de la biblioteca..., si vais a las horas que fuimos nosotros la alternativa es regar los arboles (que igual tampoco es del todo adecuado) o intentar colarse en el Io Bar.
Como pedimos bastante comida intentaré resumirlo rápido.
Pinchos: acompañados de un pegote de alioli y un par de rebanadas de pan con tomate, estaban buenos sin ser espectaculares. El alioli era correcto aunque igual lo encontré poco peleón.
Pulpitos: acompañados del mismo pegote de alioli (que por lo visto va en el 90% de los platos), también bastante buenos aunque yo no soy tanto de pulpeo.
Croquetas y Calamares: estos los pongo juntos porque los hace el mismo cocinero: el Capitán Pescanova, vamos que están comprados en la Sirena o similar, a ver, yo prefiero comer algo congelado a algo que esté mal hecho, pero no es menos cierto que para comer congelado prefiero no salir de casa. Estos dos platos fueron los únicos sin alioli de la noche.
Bombas: La sorpresa agradable, bastante buenas, con un poco de alioli y salsa brava, creo que es lo que más nos gustó.
Bravas. Cortadas a rodajas anchas, parecian hechas al horno, con el mismo alioli del resto de platos con un poco de pimienta. Si cogias alguna zona con suficiente pimienta podian llegar a picar un poco. No eran mis bravas ideales pero no estaban mal aunque me pregunto si no ganarian más incorporándoles la misma salsa brava que llevaban las bombas. Por cierto, costaron 3.10.
En resumen el San Carlos Park me pareció el típico sitio de zafarrancho de combate. Está bien para comer algo rápido antes de ir de fiesta, las tapas están bastante correctas (aunque lo de los congelados hay que currarselo) y no es caro.. El tema de los bichos seguro que es lo peor (junto al lavabo claro), cuando acabamos, en cada pegote de alioli sobrante, había unos cuantos atrapados luchando por salir..., quizá es por eso que los ponen en todos los platos, para eliminar algunos, ya que los dos murciélagos que rondan por las farolas no daban abasto.
San Carlos Park.
Carrer Sant Carles 7 (Jardí de Can Sisteré).
Horarios: No Disponible
Teléfono 93 4663015
Página Web: Ni está ni se le espera.
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