viernes, 6 de febrero de 2015

Bar La Higuera, para no pasar de largo

La calle Cultura es una vía que pese a ser un espacio transitado y con bastantes comercios, no me gusta. Lo siento, pero no es bonita ni las autoridades han pretendido que lo sea aunque es céntrica y conecta dos avenidas tan importantes como la Avenida Santa Coloma y la recién engalanada Generalitat. 
Digo todo esto porque suelo pasar por la mencionada calle muy a menudo pero con prisa y desinterés, como queriendo no permanecer allí porque, salvo el Frankfurt Santa Coloma cuya ventaja radica en cerrar tarde, ningún otro bar de la zona me apetecía. No por lo pronto, aunque ya se ve que todo es cuestión de probar y con suerte, acertar. Sin embargo, no fue así como acerté con el Bar La Higuera.
Contaré la verdadera historia.  Un día de tantos, procrastinando en Facebook, más concretamente en el grupo de Santa Coloma (por cierto, una joya de página. En bruto, pero joya al fin), leí que una chica escribió que el nuevo dueño del bar La Higuera era nada más y nada menos que el cocinero del mítico A Toxa cuya descomposición y venida a menos merece otro post y varios solemnes requiems. Así que, una vez leída la información, mandé a un emisario para comprobar el rumor.
Envié a un emisario porque tuve ciertos problemas de movilidad durante una temporada, no porque ahora tengamos una pléyade de colaboradores en el blog (si así fuera no estaríamos con estas intermitencias).  Dicho emisario confirmó que en efecto, el cocinero era el mismo del A Toxa pero que ahora era un cocinero sin cocina y aún así, valía la pena. También dijo que me gustaría y que no me diría más porque tendría que comprobarlo por mí misma y consignarlo en este blog.
En cuanto pude salí a ver qué podía hacer un cocinero que pasa de una enorme cocina a una pequeñita, casi inexistente y con pocos recursos, comparada con la de su antiguo lugar de trabajo, y esto fue lo que encontré:
¡Montaditos ricos!
Montaditos, sandwiches, tapas y ensaladas. Una forma sencilla pero a la vez creativa y original de aprovechar la escasez de fogones.  Montaditos, digamos, monos y sabrosos. No el trozo de fuet oreado sobre pan duro sino delicias del tipo mermelada de tomate con anchoas y rulo de cabra con nueces y jarabe Pedro Ximenez. Este precisamente fue el que pedí y no defraudó. Aunque el queso de cabra ya está muy visto y muy puesto, el resultado sigue siendo efectivo. No probé pero también sé en carne propia (y nunca mejor dicho porque no es precisamente light) que la sobrasada con miel es una combinación ganadora. 
Una prueba de fuego son las tapas clásicas. Aposté por las croquetas para ver si son caseras y, oh sorpresa, sí lo son y además están buenísimas. También pedí una tapa de queso y era suficientemente buena. Todo servido sobre esas pizarras en las que las viandas parecen más distinguidas y conceptuales (atrás quedaron ya los platos cuadrados como signo de modernidad). Con estas dos tapas se comprueba el sazón y la calidad de los productos. Ambas pasan sobradamente los estándares de calidad que he delimitado arbitrariamente. 
Un 8.5/10 en el croquetómetro. Notable.
El ambiente es familiar, cordial y distendido. El dueño está pendiente de que te agraden los platillos y está dispuesto a recomendarte alguna especialidad. La decoración no es la gran cosa: el típico bar de barrio con sus tragaperras, mesas y sillas normales y cuadros tan poco interesantes que ya no los recuerdo. Limpio sí que estaba y aunque no fotografié el baño doy mi palabra que estaba en condiciones favorables. 
¿Los precios? estándar.  Muy conveniente relación calidad - precio. En alguna de las fotografías se aprecia lo que cuestan algunos productos.

Algunas tapas, ensaladas y algunos precios.
Pero no todo es miel sobre hojuelas.  Pasé otro día con mucha prisa y mucha hambre y pedí un bocata de aquel queso que tanto me había gustado. He de decir que aunque el queso seguía siendo el mismo lo desmerecía por completo un muy mal pan. No podría asegurar que era del día anterior porque ya se sabe que con ciertos panes pasados diez minutos no valen nada, pero creo que si se pone énfasis en el producto y en hacer algo rico y ligeramente diferente, hay que cuidar ciertos detalles, sobre todo en un bocadillo en donde el pan se valora mucho.

Las penas con pan son menos y el queso con buen pan es más.
Por cierto, ese día escuché que había una tarta muy buena. Otro día me detendré en Cultura 16 y probaré otra de las delicias que se ofrecen (una ensalada, por ejemplo, que en Santa Coloma andamos a veces escasos de reino vegetal) y un trocito de la tarta que escuché en esa conversación ajena, como ajena fue también la conversación digital que me llevó a La Higuera. Es lo bueno de vivir chafardeando... jejeje. 

Bar La Higuera
Cultura 16
626 79 18 36
Facebook: La Higuera





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